Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL


100106
Legislatura: 1886
Sesión: 14 de junio de 1886
Cámara: Senado
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Martínez de Campos.
Número y páginas del Diario de Sesiones: 24, 237-238.
Tema: Salesas Reales.

El Sr. Presidente del Consejo de Ministros (Sagasta): Como habrá visto el Senado, se ha realizado el temor que yo tenía. Mi querido amigo el Sr. Senador [237] Martínez Campos ha dicho que lo que ha deseados con esa proposición es sacar al Gobierno de un apuro e impedir que la negociación siga adelante. Pues eso es lo que no puede aceptar el Gobierno. El Gobierno, bajo su responsabilidad, claro es que ha de hacer aquello que sea más conveniente a los intereses del país y a los compromisos contraídos por los Gobiernos anteriores con una Potencia extrajera; pero lo hará bajo su responsabilidad; lo que no puede hacer es tomar como artificio a otros Poderes del Estado para resolver la cuestión en cierto sentido, porque eso, ni sería digno de este Gobierno, ni admitido por el Gobierno de otra Nación. De manera, que el Sr. Martínez Campos ha venido a darnos la razón.

Yo no me opongo en manera alguna a que el edificio de las Salesas sea declarado monumentos nacional, si cree el Senado, aunque yo estoy muy lejos de creerlo, que su mérito arquitectónico merece que se haga esa declaración de monumento nacional. Más bien pasaría yo porque merece esa declaración, además de las circunstancias históricas que tan bien nos ha expuesto el Sr. Marqués Campos, por la singular circunstancia de estar enterrados allí los huesos de un célebre Capitán contemporáneo, que tuvo la gloria, sobre la mayor parte de nuestros generales, de haber conquistado sus laureles en tierra extranjera. Pero, al fin, están en curso negociaciones que este Gobierno no ha entablado en manera alguna, ni tiene nada que ver con su iniciación.

Se nos ha hablado de la entrega de las Salesas, y no se trata de entregar las Salesas en manera alguna. Se trata de una cosa más justa; se trata de conceder provisionalmente al Nuncio de Su Santidad un templo donde pueda ejercerse el culto católico provisionalmente; ni más, ni menos. (El Sr. Fernández de la Hoz: No. ?El Sr. Fabié: La jurisdicción exenta). La jurisdicción privativa para ejercer el culto, sin perjuicio de todos los derechos que existen en las Salesas y de todos los patronatos que allí haya, que quedarán subsistentes hasta que la Nación española pueda cumplir su compromiso entregando otra iglesia.

¿Qué tienen que ver con esto los muertos que allí haya, ni qué van a sufrir con ello? Porque, en último resultado, yo comprendo que un católico vivo tenga cierta repugnancia a entrar bajo la jurisdicción católica del Papa; porque al fin, como católico vivo, tiene otras condiciones mundanas que le pueden hacer creer que con eso se le coartan algo esas otras condiciones mundanas; pero, ¿qué reparo puede tener un católico muerto, ni sus parientes y amigos, en que se halle bajo la égida del Jefe supremo del catolicismo? (Muy bien)

Por consiguiente, aquí no se trata de eso; ni yo sé si llegarán a ese término las negociaciones, ni si se le dará otra iglesia a Su Santidad; lo que creo es que corresponde a la dignidad del Gobierno que la cuestión quede intacta para ceder provisionalmente esa u otra iglesia cualquiera; pero de ninguna manera se pueden atar al Gobierno las manos para concluir una negociación emprendida por otro Gobierno. En este sentido, creo que ni siquiera merece la pena tratarse esta cuestión.

¿Se quiere que las Salesas sean monumento nacional? Pues no hay inconveniente en que lo sean; pero vamos a dar tiempo a que la negociación quede terminada, para hacerlo con entera libertad, y para que no se crea que se ha buscado esto como un subterfugio, a fin de impedir que la negociación tenga su término natural. A eso es a lo que no puede obligar al Gobierno ningún Sr. Senador, ni amigo, ni adversario; y en ese sentido, y para que el Gobierno no sea colocado en mala situación respecto y enfrente del Sumo Pontífice y de su representante en Madrid, es para lo que yo he suplicado a mi distinguido amigo el Sr. Martínez Campos que retire su proposición, sin perjuicio de reproducirla cuando lo crea conveniente.

¿Es que teme S.S. que esto se considere como una ligereza en él? No; esa proposición es una protesta de S.S.; pero una protesta encaminada a que no se ceda esa iglesia, ni siquiera provisionalmente al Nuncio de Su Santidad para ejercer en ella el culto católico.

Por otra parte, no hay nada de exterritorialidad; el terreno continúa siendo español, y por tanto, los restos del general O?Donnell quedan en tierra española; lo que se trata de conceder al Nuncio, no tiene por objeto más que el que pueda ejercer provisionalmente, y mientras se le da otra iglesia, el culto católico. (El Sr. Fernández de la Hoz: Queda sin ella el Diocesano). Pues dejad concluir las negociaciones, porque si conducen a ese resultado, yo entiendo que el Sr. Duque de Tetuán quedará satisfecho con que, continuando las Salesas como territorio español, el culto católico pueda ejercerse provisionalmente, nada menos que por el representante del Papa, y con que los restos de aquel general (que con razón puede tomar el sobrenombre de cristiano y católico, porque su gloria la adquirió peleando con los moros, y ahora recuerdo que le llamaban el gran Cristiano), con que los huesos del gran Cristiano, repito, estén bajo la jurisdicción del representante del Sumo Pontífice, en vez de estar bajo la jurisdicción de un curo ecónomo.

Por consiguiente, si éste puede ser el resultado de la negociación, ¿por qué no ha continuarla el Gobierno? Así resultará que lo que han hecho el señor Martínez Campos y sus dignos compañeros de proposición no es más que un aviso, una protesta, una advertencia que el Gobierno podrá tener en cuenta, y la tendrá; pero no deben llevarla más adelante sus señorías, por que es colocar al Gobierno en una situación en que yo creo que ninguno de los firmantes de la proposición quiere colocarle, ni sería además digno del Senado español colocar al Gobierno en situación difícil respecto de ninguna Potencia extranjera, y mucho menos tratándose del Padre común de los fieles.

No tengo más que decir. [238]



VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL